
Sebastián Mejía Ramírez nos transporta al olvidado arte de la encuadernación artística en Antioquia durante el siglo XIX, un período en el que la cultura impresa comenzaba a florecer. Los “encuadernadores finos” dejaron un legado de elegancia técnica, con figuras como Benigno E. Zapata, Salvador Uribe y los hermanos Lalinde, quienes perfeccionaron el arte de crear lomos dorados y tapas marmoleadas que imitaban la opulencia europea, pero adaptada a los materiales locales.
A través de anécdotas y ejemplos, el artículo reconstruye una memoria perdida entre el olvido y el descuido, celebrando el legado de estos artesanos. Destacan joyas como una edición encuadernada de Frutos de mi tierra de Tomás Carrasquilla, un testimonio de la estética única forjada en los talleres antioqueños, que aún perdura en la historia de la cultura impresa.